jueves, 5 de junio de 2008

Brave new world

Se ha sugerido que esa vuelta de Ridley Scott a la ciencia ficción es nada menos que el clásico del género Un mundo feliz de Aldous Huxley.

Habrá que ver si eso es cierto.

La historia toma emplazamiento en el siglo VII después de Ford (siendo Ford el creador de la cadena de montaje del famoso Modelo-T), en un mundo en el que el consumo y la producción dominan todo el paisaje que divisan las altas esferas que controlan el Planeta Tierra. Un mundo en el que los seres humanos participan como pequeños engranajes en esta gran cadena de montaje y consumo -personas que a su vez, han sido ideadas con la ayuda de la ingeniería genética, y condicionadas a lo largo de sus vidas por el Gran Ministerio de la Propaganda que vela para que nadie ni nada se salga de sus cabales... Un mundo que, a base de limar aspectos deficientes del alma humana, garantiza una felicidad sin mancha, un estado del bienestar sin posibilidad de introspección. Uno de los protagonistas de la novela es el Soma, una sustancia psicoactiva que proporciona la felicidad instantánea a todo aquel que durante su vida productiva y ociosa se tropieza con un leve percance. No es adictiva, no es fisiológicamente perjudicial y, sobretodo, no abre a la introspección -sumiendo al sujeto en una especie de terapia instantánea que le permite reincorporarse al feliz mundo de la normalidad sin demora alguna